“Había nacido en las esferas del infortunio. Desde muy
pequeño había sido diferente a todo lo que caminaba a mí. Me sentía extraño,
raro en estas circunstancias. Bajo la luz de una lámpara aguardaba la noche
para soñar. Sí, soñar con otro mundo…”
Y días y días. Felicitaciones para esos días en que se
conmemora algo. Pero el qué…todos los días son iguales, todos hay que
celebrarlos juntos o solos en el amparo del ser. Día de la familia…qué es la
familia. Aquella que te acoge bajo su calidez y te envía un soplo de ternura,
de honestidad. Por qué no, hay que entender que hay familias desestructuradas (
en el significado de la palabra), familias que deshojan los años de vida de los
hijos, de la pareja o lo que sea. Por ello, digo, que avance esa categoría de
familias que son los amigos, el amor al viento que sopla en la dirección de
nuestro bienestar tanto físico como psicológico. Sí, nacemos en el seno de un
vientre abultado que nos expulsa a esta atmósfera que a veces suele estar
enrarecida para nuestro cultivar en la vida. Por ello en el transcurrir de las
estaciones hay que abrigarse donde el cariño y el crecimiento personal no esté
adulterado por agujeros que sesgan el andar por los senderos de la educación
arraigada a la unión. Somos libres, muy libres y a medida que vamos remontando
cada escena plantada en nuestro presente tenemos la opción de elegir bajo el
techo que habitar.
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