“Y no sé, deseaba escapar. Ser libre. Alas que me dieran el
empuje de la belleza de otros mares, de otras tierras. Y eso hice, me fui…”
Ahora que la noche se presenta medito. Me sumerjo en estas
ínsulas y divago en sus habitantes. Seres que se sienten aislados de otras
tierras por el simple hecho de vivir subterráneamente en estos lares. No entendiendo el por qué, me digo, que
aislados no estamos. Somos mezclas de sangres, de muchas sangres por el que
destino nos ha marcado. Por ello un lugar abierto a todas las creencias, a
todas las pieles, a todas las ideologías. Censurarlo sería torpe. El
aislamiento no existe sino mentalmente, hay barcos que navegan de un lado a
otro, aviones que nos lleva a cualquier destino del mundo. Y aun así nos
sentimos desterrados, inseguros con lo que brota ahí fuera. Debemos, pienso,
abrir nuestras mentes porque en el razonar nos encontraremos con este siglo
XXI. Adiós al ayer..oh, aquello era otra cosa. Vivimos en islas, islas del
atlántico, el océano nos rodea. Sus ventajas e inconvenientes tendrán pero solo
con un paso podemos atravesar fronteras, imágenes distintas a las que existentes
en estas tierras.
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