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jueves, 20 de septiembre de 2018

ESCLAVITUD


“…Descubrí esas tinieblas y sombras que el hombre no nombra. Una caravana de almas encadenadas madre. Cuerpos que caen, un látigo que no cesa. ¡Qué terror siento ahora mismo madre¡ Que impotente somos cuando descubrimos estos hechos y este profanamiento de la libertad.  Si tú los vieras como yo los vi: robles doblados con grilletes en sus piernas, débiles e indefenso en el espanto y cansancio que presentaban sus miradas…”( LAS MAREAS DEL AYER)

No cabe duda, en pleno siglo XXI la esclavitud existe todavía. Pero qué carajo de manía tenemos la de vender, la de atrapar lo que nos perteneces. Cuerpos cansados danzando en la pena, en la penuria, en el repudio de unos hombres-mujeres que los apresa. Sus almas andan en el castigo asfixiante de la nada.  No se dan cuenta, el dinero es lo que cuenta. Hay muchos tipos de esclavitud, de niños, de mujeres, de hombres para regocijo de los más pudientes ¡No¡ No lo entiendo, vamos a la deriva en estas circunstancias crueles, aberrante.  No hemos crecido, la inmadurez brota en unos ojos que solo ven un cuerpo para su uso, para su abuso, para su beneficio, para su satisfacción.  Y el mundo sigue andando, andando sin piernas, recogidas en una enfermedad incurable, la del poder. Le dan igual las lágrimas inexpresables en el surcar de los días, en la impotencia carcomiendo sus espíritus que nacieron libres como es lo normal. Un pedazo de mundo incompresible, contenido en el miedo de estos  niños, de estos hombres-mujeres en el pasar de los años, que ya son demasiado para soportar, para aguantar estás ideas erróneas. No sé a dónde iremos a parar pero solo hace falta mirar los ojos de aquel que se halla ante ti para entender que nadie es más ni menos.