“Se había enamorado. Enamorado de sus ojos, de su aliento,
de sus manos. Un estremecimiento en su reconditez. El abismo de la lejanía de
sus pasos. Una rosa en el jardín blanca, muy blanca. Una rosa cual soplaba para
saber el sentido de su esencia. Sin embargo algo le hacía huir, huir a las
cavernas oscuras de lo desconocido. “
Hoy empieza así mi artículo, el amor. Por qué no divagar en
este tema. Puede parecer cursi pero sin el somos seres que respiran en lo más
hondo de un pozo. Por qué, me pregunto. Ese suceso en el interior de los seres.
Ese primer temblor cuando te miran y miran. No todos/as somos iguales, homogéneos.
Existe una masa diversa que se envuelve en el más allá del puro sentimiento.
Por qué tu si, por qué tu no…Siempre, digo, que hay alguna persona que nos
atrae. Todo es confuso en esos principios. Pero que somos sino seres que se
guían por el sino del corazón y la razón. Y zas…nos enamoramos. A veces sin
esperarlo en la huída por los desiertos de nuestras manos. No somos neutros. Existen muchas clases de
amores tanto de distinto sexo como del mismo. Pienso que todos nacemos
bisexuales y me arriesgo a decir esto. Después la educación, la sociedad, los
prejuicios y una serie de vagos sucesos que discurren en nuestra vida nos
inclinamos por uno u otro o ambos. Eso es así, cada uno marca su destino y las
circunstancias de la vida más. Pero voy al principio, el amor. Eco transpirable donde la libertad y
confianza ha de existir. Si no hay libertad no hay amor sería otra cosa que no viene
a tema. Por lo tanto por qué no enamorarse…así del viento, de las nubes, de los
mares, de un cielo azul, de él o ella.
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