Cuando hablan de identificarse me inmiscuyo en mis
auriculares y soy derrame de la veracidad de mis manos. La música que me inspira. Aquí está, la estoy
escuchando. Un cierto tremor se expande por mis sentidos albergando la
distancia. No voy lejos, aquí, Lisa Gerrard( grupo Dead Can Dance). Se conmueve
las neuronas en el tintineo de su voz. Grande, bella, perfecta para los pasos
de una vida que no más hace escuchar y escuchar. Muchos años oigo está gran artista. No sé qué
decir de su música. Aislamiento en una atmósfera subterránea que se enraíza en
el despuntar del nocturno. Astros ovacionan su canto a un mundo sucedáneo de
desgarros, de gritos, de lo absurdo de
las batallas. En su hábitat se mezclan diversos instrumentos, diversos tonos
que nos lleva lejos, muy lejos…más allá de la realidad. La música puede
garabatearte en la profundidad de tus adentros.
Te crea emociones, tanto agradables como nostálgicas, meditativas. Por ello me encojo en mi rincón y saboreo las
sensaciones que ampara esta musa en los sueños y los sueños. Este, mi refugio
inspira el acontecer variopinto de cada palabra mecida por el sonido de la
libertad, del mágico hechizo de esta cantante-compositora.
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