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lunes, 20 de marzo de 2017

JOSÉ RIVERO

Se va el hombre pero queda el aprendizaje de su verticalidad sonriente ante la vida. Altruista, sencillo, dedicado a una obra que con el paso de los años ha abrazado a la cultura. Todos hemos podido compartir uno de sus sueños sin pedir nada a cambio. Pequeño y grandes instantes eviterno en el curso del mañana. Ahora queda su esencia como flujo de quienes lo apreciábamos, admirábamos. Será duro el camino, pero hay que continuar, perseverar su proyecto como apoyo desinteresado a todas las artes, como eje en la primacía del buen hacer de su espíritu navegante en el presente, en las estaciones venideras en nuestra memoria. 

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