Las guerras interminables están
ahí, por las emisoras salen cruentas devastaciones ya sea de catástrofes como
de batallas perpetuas. Meditemos, además de los recursos muertos, la enfermedad
se propaga como la peste sin remedio alguno. Y aquellos que están delicados,
aquellos que son frágiles, aquellos ya enfermos estabilizados por la medicina
en los avances de estos siglos quedará aislado en la penumbra , en la carencia
de su aliento de vida, de equilibrio. Y habrá más moribundos de lo que se
sospecha, no solo el acceso negado al agua, a los alimentos , a lo básico. La
mañana se despierta perfecta en esta isla, al menos hoy. En otros lugares el
grito insostenible y el terror es lumbre que acecha a todas horas, a todo
minuto, a todo segundo. No olvidemos lo poco que somos en este universo, no
olvidemos las enfermedades ya sean de cualquier tipo. Ellos son los inocentes
que sufrirán más, la debilidad, la fatiga, el delirio, presas de la frenética
empresa humano de las guerras.
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