Un chupinazo y zas, corrientes humanas detrás de toros
desembocados a la muerte. Los picotean , los incitan, los hieren, los asesinan
sin más explicación que ser hijos de la costumbre de los años. Aquí me detengo,
miro este país, España en pleno siglo XXI que se dice ser desarrollado. A qué
atiende estas palabras. Plazas de toros, corridas, etc…y ahora el paso a los
Sanfermines. Menosprecio esta cultura
del ocio endemoniado con la sangre, con esas gentes que corren detrás de estos
animales indefensos, provocados. No , no estamos en un país desarrollado. Un
estado desarrollado es aquel que puede recurrir a otras formas de diversión sin
el derramamiento de la sangre. Veo una secuencia de raíces radicales en la edad
media. Un pueblo consumiendo la fiesta en la tortura y un galopar frenético
donde todo es rojo. Y seguiré diciendo, todo a su ritmo, cada cultura lance su
grito en la danza ancestral pero tengamos cuidado, no somos primitivos, somos
el hoy. Un hoy que bucea en la sangre. Y qué sentido tiene. Estamos ante una sociedad violenta donde se
avivan las maneras bestiales , brutales, aberrantes de las personas. No, hay
que reeducar desde la inmediatez del nacimiento los valores, lo negativo que
conlleva este tipo de fiestas. Enaltecer la agresividad, pienso yo, de manera
negativa, enfocada a lo absurdo. Sentémonos y miremos alrededor, meditemos y
razonemos si vale la pena la España de los Toros y Festejos, esa España que no
conozco y no quiero conocer.
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