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lunes, 26 de noviembre de 2018

Islas...


Estamos rodeados de una cierta marea que baja y sube. Desde el punto de vista de la escritura y cualquier arte puede ser barrotes en el paso que damos o una pasarela que nos lleva a otras visiones. Tenemos herencias africanas, americanas, europea y un sin fin de alianzas que llegan a nuestros puertos lo que permite enriquecernos, ascender a ese pedestal y mirar el mundo que nos acoge de manera distinta, pienso. Somos mestizajes de diversas culturas que nos cultiva con el paso del tiempo. No somos simples pedazos de tierra en medio del atlántico. Yo diría más bien observadores de todo lo que cursa más allá de las islas. Somos pequeñitos, encogidos en el sentido del cosmos que se rinde a nuestra mirada cuando vaga la noche. Hay artistas o como quiera se llame melancólicos que han surgido a lo largo de los siglos, otros, enaltecidos por el oleaje rompiente en sus ojos transparentes. Después están los que sí, que no. Al fin al cabo islas inmersas en rostros extranjeros, de cualquier procedencia, que nos embellece, que nos consolida como eco de nuestro silencio expresado en cualquieras de las facetas artísticas. Miramos al universo como centro de nuestra atención, tranquilo, pausado. Eso es así, a lo mejor si concurrimos en la península hay pueblos más aislados de lo que nosotros pensamos. Nosotros como diversidad de la cultura inclusiva nos manejamos bien aquí en el inagotable océano.

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